El año 2020 representa un punto de inflexión en la historia de la humanidad, con una pandemia que se llevó de tajo a casi dos millones de personas y arrastró hacia la pobreza extrema a unas cien millones. Esta tragedia y sus impactos nos han sacudido como nunca, y son apenas una muestra de aquellos que enfrentaremos como producto de las crisis climática y de la biodiversidad. Para empeorar las cosas, muchos de los avances logrados en torno a gran parte de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y sus 169 metas en los primeros cinco años desde su entrada en vigor, se vieron mermados también por la pandemia y sus efectos. Nos quedan sólo diez años para recuperarnos y lograr lo que nos propusimos como comunidad internacional.
La foto no es muy esperanzadora; precisamente por eso es fundamental asumir la responsabilidad de hacer lo que está en nuestras manos. Somos 12 millones de mexicanas y mexicanos viviendo en el exterior, que además de aportar recursos económicos (40 mil millones de dólares en remesas en el año anterior), contribuimos con perspectivas, redes, ideas y proyectos que son fuente de desarrollo. Bajo esta óptica fue que decidimos correr un experimento.
El 10 de febrero llevamos a cabo el primer conversatorio de la diáspora mexicana, teniendo como invitados a Gemma Santana, Coordinadora de la Agenda 2030 del gobierno de México, y a 100 connacionales que se conectaron desde 19 países, desde Australia hasta Uruguay.
Este experimento tenía como objetivo identificar los temas prioritarios y oportunidades de colaboración para impulsar el desarrollo sostenible en nuestro país desde el exterior, pero sobre todo generar una chispa que iniciara un encadenamiento de voluntades, recursos y conocimientos para contribuir hacia la transición que el país y el mundo requieren.
El conversatorio estuvo dividido en cuatro tiempos. El primero para compartir la visión de la iniciativa #Diáspora2030Mx, que nace dentro del Cluster de Sustentabilidad de la Red Global Mx. No sólo se trata de poner el foco en lo urgente dentro del contexto actual, sino también de pensar y discutir en dónde queremos estar como país en 30 años y cómo podemos contribuir como diáspora para avanzar en esa dirección.
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